¿Esto es arte?
Tengo una pequeña sensación, mas no consigo expresarme: soy como aquel que poseyendo una pieza de oro no puede, sin embargo, servirse de ella.
El tiempo y la reflexión, por lo demás, van modificado paulatinamente nuestra visión hasta que, por último, llegamos a comprender. (Paul Cezanne).
Jugadores de cartas (Cezanne)
Los grandes artistas dedican muchísimo tiempo a tratar de expresar lo que tienen dentro. Prueban formas, combinan colores, piensan en la luminosidad, en la disposición de los elementos, en la estructura, en el tema, en el entorno… y además se aplican con el pincel. Quieren convertir esa pepita de oro de la que habla Cezanne en una obra de arte luminosa, que exprese su verdad, que además sea única, absolutamente personal. El esfuerzo debe ser inmenso, y estoy seguro de que la mayoría de las veces no consiguen lo que pretenden. Sólo cuando encuentran esa verdad nos muestran algo que va más allá de su destreza con el pincel, nos muestran una manera de ver el mundo en un momento determinado, en una circunstancia emocional muy concreta, la suya. Uno de los grandes problemas en la comprensión del arte es que, años más tarde, visitamos un museo y nos encontramos con la obra del artista colgada en una pared… ¿hay que ponerse en situación para contemplar una obra? El que quiera comentarlo que pinche aquí y que participe en el ágora de la Academia.
Inocencio X al contemplar el retrato que le había hecho Velázquez dijo: «Troppo vero»
Recuerdo unas palabras que escuché en una conferencia de Antonio López que me hicieron pensar mucho. Dijo: “Velázquez es muy difícil. Yo tardé años para que se produjera un diálogo entre sus obras y yo, a pesar de que visitaba el Prado todas las semanas y siempre me pasaba un buen rato frente a ellas”. Yo llevaba toda la vida escuchando la grandeza de los cuadros de Velázquez e intentando entender el porqué. Escuchaba: “el tratamiento de la luz es extraordinario”, decían unos, “qué perfección la de su pincelada”, decían otros, “hombre, eso se ve o no se ve, no hay que explicarlo tanto”. A mí se me quedaba cara de tonto hasta que escuché a don Antonio y pensé: Si a Antonio López, pintor y artista, le cuesta entender a Velázquez… ¿cómo no me va a costar a mí?. Así que desde ese día me lo tomo con más calma, esperando que algún día llegue ese supuesto diálogo entre nosotros.
Por lo que llevo escuchado a Pablo, nuestro maestro de arte de esta semana, en el arte contemporáneo ese “ponerse en contexto” es especialmente importante. Porque Velázquez, comparado Ai Wei Wei, yo diría que es bastante más intuitivo. Entender el contexto en el que se creó una obra determinada, sobretodo cuando hablamos de arte “conceptual”, te da las pistas indispensables para comprender lo “significativo”. La historia de los niños fallecidos en los colegios de China hacía que la obra cobrara todo el sentido, de hecho la convirtió en fascinante para mí. Ya no veía mochilas colocadas, veía niños, ternura, tristeza. Lo mismo ocurre con el urinario de Duchamp. El francés no pretendía exaltar la armonía de la porcelana blanca, nos enviaba un mensaje que apelaba a la “estupidez de la sociedad capitalista que es capaz de consumir y comprarlo todo”. Es una crítica profunda con una ejecución creativa y muy agresiva (aunque algo menos que la del artista que envasaba sus heces) cuya experiencia no pretende ser estética sino “significativa”. Y el resultado es lo más impactante de todo, porque a pesar del significado, se vendieron muchísimos urinarios a precios desorbitados… Cuando Pablo nos contó la crítica que subyacía en los cuadros de detergentes de Andy Warhol me teletransporté a la convención de Domino’s pizza en las Vegas donde estuve hace un par de semanas. Porque no tenía un pincel, porque me entraron unas ganas de empezar a pintar cajas de colores rojo y azul…
Gracias a Pablo dimos un pasito más en nuestra tarea de “aprender a mirar”. Antes de acabar me gustaría haceros una recomendación. El mejor autor que conozco para ponerse en situación a la hora de contemplar una obra de arte (en muchas de sus variantes) es Stefan Zweig (su maestro Romain Rolland también tiene unas biografías de Miguel Angel y Beethoven extraordinarias). Zweig escribió un libro titulado “Momentos estelares de la humanidad” que describe momentos importantes en la vida de varios artistas que os ayudarán a empatizar con ellos y sus obras. Describe (muy emocionalmente) el momento de Haendel cuando compuso el Mesías (me saltaron las lágrimas), el de Dostoievsky frente al pelotón de fusilamiento (no había escrito «Crimen y castigo»), el de Goethe cuando escribió su último gran poema de amor (“La elegía de Mariembaud”)… compradlo si no lo habéis leído, es una delicia de libro y se lee facilísimo.
Un abrazo a todos,
El Colibrí Curioso
RETO: Deberíamos reinventar la experiencia en los museos, en todos ellos, pero en especial en los “grandes” museos. La sensación que me queda cuando salgo de allí nunca es la de haber vivido una experiencia artística reposada, íntima, de encuentro con el autor y su obra. Por la razón que sea las obras están normalmente expuestas en salas grandes, impersonales, una al lado de la otra, con cientos de personas que se agolpan frente a ellas sin entender muy bien lo que están viendo, yo el primero. Pocas veces puedes detenerte el tiempo suficiente frente a ellas, sentarte, leer o escuchar sobre la vida del autor, reflexionar sobre la idea o la historia que nos quería contar. Todo está descontextualizado, ni siquiera se da el silencio (y el respeto) necesario para el poder contemplarlas. ¿Quién se apunta a cambiarla? . Aquí hay un proyectazo, creedme.